martes, 6 de marzo de 2007

Apuntes sobre el planeta tierra como artista y aquellos que se dan cuenta y hacen algo al respecto

Supongamos que decidimos entender al mundo como un enorme precipitador y a la vez condensador de imágenes. Por un nanosegundo imaginemos el tráfico de imágenes que el mundo genera. El planeta tierra como un magnífico y convulsionado artista que no guarda registro de la gigantesca masa de elementos visuales que fabrica ininterrumpidamente, que dispara en todas direcciones como si de una fabulosa catarata se tratara. Y ahí tenemos a un chico sensible que va seleccionado algunas de entre las innumerables imágenes que el planeta que no descansa propone. Este chico, que es un dibujante atento, arma su propio archivo señalando esta u otra secuencia. Llega un momento que ya no sabe si las imágenes que él dibuja están inspiradas directamente en las creaciones visuales del planeta o fueron reconstruidas por sus veloces recuerdos. Ya no sabe si él estuvo en ese momento para que sus retinas la captaran o usó otras fuentes, porque hay otros por ahí registrando las propuestas de la gran usina terrestre. Pero las imágenes brotan de sus manos, son muchas. Dibujos y dibujos y dibujos de esa gran obra de arte, hermosa y espantosa a la vez, terrible y fascinante, que el planeta nos propone sin descansar jamás. El planeta tierra no duerme, está desesperado por seguir creando imágenes. El chico que va eligiendo y dibujando se llama Ariel Cusnir y nos recuerda lo que es pasar otro día más en el planeta, esa gran ininterrumpida catapulta de imágenes disparadas al universo
En algún momento Ariel se abruma y decide descansar. Encuentra un precioso árbol y sabe que por un rato ese será su lugar. Yanina Szalkowicz lo ve y lo registra. Ariel entiende que él también es una de las tantas imágenes que el planeta febrilmente propone. Cada uno de nosotros es una imagen creada por el planeta tierra. Por suerte, siempre hay alguien que nos recuerda lo maravilloso que es eso.

Estamos insertos en un gigantesco ecosistema visual, ya que somos parte del planeta. ¿En otros mundos existirán aquellos que, como Ariel y tantos tantos otros, dan cuenta de lo genial que es tener las pupilas y la cabeza lo suficientemente abiertas y atentas? Lo cierto es que no tengo ni idea, pero mientras esperamos enterarnos, los dibujos de Ariel nos situan en un lugar imprescindible.