jueves, 5 de abril de 2007

Tu obra favorita también es una autobiografía colectiva

Es que nunca hay yo ¡¡hay tantos yo!! Simplemente tenemos que empezar a darnos cuenta, a aceptarlo. A veces creemos que nuestro yo es una mónada, es un planeta completo y nos cuesta entender que en realidad está interconectado con esa materia variable que es el yo de los que nos rodean e interinfluencian. Deleuze y Guattari escribieron “cada uno de nosotros ya era muchos” y a veces tardamos en admitir que también participamos en todos ellos. Es lo mismo que en la teoría de los sistemas que veíamos días atrás: cada uno de nosotros pertenece a una red que a su vez pertenece a otra red que a su vez pertenece a otra red. Nuestra obra no existiría sin los demás. Todo el tiempo hay otros. Sabemos que cualquier obra de arte es autobiográfica, porque incluso silenciosamente da cuenta de quienes fuimos cuando la realizamos, de todas las cosas que nos pasaron en ese momento pero que a la vez son consecuencia de otras cosas que nos pasaron antes y van a desencadenar otras nuevas. Pero a veces tenemos más dificultades para reconocer que esa obra que es nuestra, íntima y que se conecta con nosotros de manera tan única también es una autobiografía colectiva. Nosotros somos súper-conectores: no hay día en que no conectemos mental o físicamente a personas, obras, datos, lecturas, películas que vimos, canciones que escuchamos, momentos que pasamos, intuiciones y tantas otras cosas.
Supongamos esta situación: el Taller Literario Attack!!!! (¡¡que misterio!!) me deja un mensaje en el blog con un texto de Aldous Huxley u Oscar Wilde. Yo se lo comento a la Chica Voladora (¡¡no sé donde estás!! ¡¡te extraño!!). La Chica Voladora lo comenta con los Turismo Salvajía y ellos a su vez le recomiendan unos discos que ella después me recomienda. Todo eso es un sistema que a su vez es una autobiografía plural. Algo que acontece entre todos. Las obras que hacemos también están conectadas de esta forma. Y aunque al principio nos cueste verlo, las obras guardan y dan cuenta (manifiesta o secretamente) de todas estas interconexiones. Aunque no siempre el circuito sucede tan fluido. Estos días no puedo dejar de pensar en el este cuadro maravilloso de Anabella Papa. Es otra autobiografía colectiva, pero más imperativa. Nos sirve de metáfora para aprender a recibir también conexiones más tumultuosas.
Querida lectora o lector: estás en tu casa o en un cyber, leyendo Mao y Lenin. Repentinamente ves como entra un nuevo mensaje con un texto. Mío o de quien fuera. La red continúa. Estás es mi autobiografía y yo estoy en la tuya.