viernes, 15 de junio de 2007

Cuando la cámara es la chica y al revés ¿¿vos qué ves??

Como dice la canción ¿¿qué ves?? ¿¿qué ves cuándo me ves??
Bueno, esa canción no me gusta mucho pero ese estribillo me deja pensando. ¿¿Qué ven los demás cuando nos ven?? Y no hablo de nuestros amigos o familiares sino de toda la gran cantidad de desconocidos con los que nos cruzamos en la calle y de los que jamás sabremos nada, ni como piensan ni como viven ni nada. En la forma de ver está todo lo que sos, porque vemos con nuestros prejuicios, con lo que sabemos que sabemos y con lo que no tenemos idea que sabemos, con lo que amamos y odiamos, todo está en nuestra mirada. Mariana Maggio es fotógrafa y autora de imágenes tan lindas como las que vemos.
La semana pasada estuve en el barrio chino, en Arribeños y pensaba ¿¿qué pensará de mi esta gente, cómo me verán??
Las fotografías de Mariana parecen neutras aunque jamás lo son. Simplemente propone algo para mirar: una situación de tristeza, una nuca, un paisaje, un grupo de chicas. En esas fotos sin dudas está Mariana, ya que es su mirada, pero lo que tienen de peculiar es que no la adivino, no sé quién puede llegar a ser Mariana cuando miro sus fotos y eso me encanta. Es todo lo contrario de fotógrafos tan distintos como Marcos López o Karin Idelson o Flavia Da Rin o Rosana Schoijett: vemos una foto de ellos y enseguida nos surgen pistas sobre cómo pueden ser los que están detrás de la cámara. Mariana, al contrario, se funde con la cámara. Es como si por un momento cámara y Mariana fueran una misma y única cosa, un ojo gigante y preciso que mira.
Hay artistas que borran sus huellas, su biografía de la obra, pero nosotros vemos eso, vemos algo que está borrado, vemos las pequeñas marcas de eso biográfico que fue escondido. Mariana no hace nada parecido: ella no esconde, todo lo contrario, es como si su biografía se pusiera entre paréntesis cuando saca una fotografía. Hay artistas que no quieren que su yo interfiera, buscando de este modo un tipo de naturalidad en la que el estilo lo haga todo por ser neutro, por no pesar. Mariana lleva su ego por fuera de la imagen, lo guarda para sí, se lo reserva. Esto es todo lo contrario de preservar el yo de los artistas de los 90: artistas como Pombo te mostraban su Yo y te decían “tengo que proteger a mi almita, tengo que cuidarme, ahí está mi mundo”. Mariana apuesta todo a la imagen, a invisibilizarse, a omitir el estilo, a dejar que el detalle de su fotografía te cautive y te olvides de ella.
La paradoja es que no la olvidamos.