jueves, 28 de junio de 2007

El mundo también imita al arte contemporáneo

El mundo se sostiene desde una larga sucesión de sistemas visuales. Son como capas de una cebolla: círculos concéntricos que contienen imágenes. Capas y capas de imágenes, por arriba y por debajo unas de otras, cambiando de posición constantemente, interactuando unas con otras. Funcionan, de cierto modo, como las canciones en nuestras cabezas. Nuestra cabeza no tiene la lógica de almacenamiento y reproducción de un iPod: miles de canciones sobrevuelan en ella, jamás una detrás de otra. Aparece un estribillo, unos versos, unos acordes, una melodía, texturas de sonidos, voces, todo esto mezclado con miles de imágenes mentales, que vienen de momentos de nuestras vidas, de clips, de películas, de la tele, de las revistas y de obras de arte. Nos cuesta visualizar el diagrama, pero sabemos que se mueven en sus propias dimensiones. Franco Vico es un artista que entendió eso. Que fue captando imágenes que reformulan íconos de religiosidad new age. Franco es desconfiado, irónico, se ríe y al mismo tiempo observa. Piensa en la serpiente tragándose su propia cola y la transforma en un gran aviso publicitario de una empresa de demoliciones. Doble utilización: como en muchos relatos de ciencia ficción, el mundo es parecido al nuestro pero no es exactamente el nuestro. Otro cartel publicita un potaje especial para Niños Índigo. ¿¿Incredulidad?? No creo que sea eso, o al menos no solamente eso. El mundo también imita al arte contemporáneo en sus formas de productividad. El arte contemporáneo lo absorbe y reformula todo. En muchas de las obras de Franco reaparece una y otra vez la idea de camino, de Dios en imágenes, de espiritualidad como fábrica, de máquinas y cuerpos que se estropean. Está rebueno pensar que los artistas sacuden, alborotan todas esas capas de imágenes que nos inundan. Que son como pastores al revés: en vez de cuidar a su rebaño de imágenes, las deliran, las hacen dispersarse por la pradera, escaparse en todas direcciones. Hay artistas que necesitan que todo vaya hacia un lugar, un punto donde ellos se encuentran. Hay otros que al revés todo el tiempo abren nuevas formas de escape. Está bueno que podamos disfrutar de unos y otros. En otra época la gente del mundo del arte tenía que tomar partido por unos u otros. ¡¡Por suerte ya no es así!! Le decía ayer a mi amigo Bernardo, que al revés que en el fútbol, la gente más interesante en el arte es la que es hincha fanática de dos o más cuadros simultáneamente. Por ahí el secreto es cómo lograr esto. Como hacer que todos los mundos del mundo y las imágenes que los componen se condensen sin estallar.
O que estallen en secreto y sintamos su infinito cosquilleo.