sábado, 24 de noviembre de 2007

Mi mundito privado

Detesto la palabra “mundillo”. Jamás la usé ni nunca la usaría. Primero porque el “illo” me resulta ridículo en boca de una porteña. Más bien nosotros deberíamos decir “el mundito”. Somos mucho más “ito” que “illo”. Lo que no me suena mal en boca de un madrileño sí me molesta mucho en la boca de alguien que vive en mi ciudad o en este país. Pero por sobre todo me molesta esa idea peyorativa sobre una elite de pequeño mundo. Porque todos tenemos nuestra propia elite y no creo que eso esté mal. Todo lo contrario.
En Buenos Aires está lleno de pequeñas elites. Todas interconectadas por alguno de sus integrantes. Claro, son conjuntos móviles, de gente con hábitos muchas veces migratorios: pasan de una a otra o pertenecen a más de una.
Tengo mis favoritas: Appetite es una galería, pero también es un cuerpo de elite. Un mundito. Los chicos del Forrito Privado de Diana Aisenberg también son una elite. Florencia Braga Menéndez siempre tuvo en su cabeza, por lo que me cuentan, la idea de conformar un grupo potente más que un staff. Los colectivos de arte, como el grupo Etcétera, o los geniales Provisorio Permanente, o los Oligatega Numeric, por sólo nombrar los tres que me vienen primero a la mente, son un mundito, una elite. Los chicos de la revista Planta son una elite, como lo eran los de Juliana Periodista o lo son los Éxito, que por otra parte no sé si siguen existiendo como grupo.

Esto por ahí es polémico, pero para mi una elite es un mundito. Y que en el diminutivo no se lea, al menos de mi parte, algo peyorativo. No, quiero decir exactamente eso: un mundo pequeño, como los planetas del Principito. Además, adoro los diminutivos, aunque muchos de mis amigos poetas lo detesten.
Tuve la suerte de tener mi habitación, mi pieza para mi sola durante muchos años, mientras viví en casa con mamá. Y a mi habitación no entraba cualquiera. Era como mostrarle mi corazón, mi intimidad. Los que entraban a mi habitación eran mi mundito. La gente de tu mundito tiene una contraseña. Pero no porque necesitemos ser una secta o algo secreto. Los munditos son todo lo contrario, son muy visibles. A los que formamos parte de cada mundito nos gusta que nos vean con los otros integrantes de nuestro mundito y nos coloquen en una misma unidad de pertenencia.
Los chicos de la Beca Kuitca fueron conformando varios munditos y submunditos.
Un momento histórico se mide y se narra por sus munditos. Por cómo se formaron. Por como subsisten. Por las relaciones que crean.
Alta Fidelidad, el blog de Leonel Pinola, también está estructurado de munditos. Pero en este caso por artistas de distintas generaciones. Eso es otra cosa. Lo que yo llamo mundito son a todos aquellos que se reúnen habitualmente como una banda, por más internas que existan entre ellos (siempre tenés un amigo o amiga que no se soporta con otro amiga o amigo tuyo).
Vos tenés también tu mundito. Pensalo medio minuto y tendrás su geografía y demografía.