miércoles, 5 de marzo de 2008

Cuando Mónica descubrió al enigmático animal-tubo


La sola elección de una imagen la resignifica. Cuando un artista se apodera de una imagen esa imagen ingresa en otro mundo. Es como un meteorito atrapado por una órbita diferente. Los artistas y los que amamos el arte nos alimentamos de imágenes. Y lo genial de las imágenes es que lo dicen todo sin texto. Disparan muchos sentidos diferentes. Por eso cuando una imagen ingresa en la órbita de un artista ya se transforma en algo diferente.
Mónica Heller me escribe que esta foto no es suya, que simplemente la encontró. ¿¿La habrá encontrado en el ciberespacio?? Posiblemente.
Pero para nosotros este es el animal alucinatorio de Mónica. Es raro.
Porque ¿¿qué hace ese tubo en su cabeza?? ¿¿Qué hacía este animal en ese jardín?? Ese tipo de fascinación es el que nos ofrece el arte. El mundo puede ser un jardín repleto de sorpresas.
No siempre tenemos el mismo estado receptivo. El ánimo nos hace variar la percepción y sentimos todo de una forma diferente.
Por eso quería referirme a esta pequeña reunión: lo encontrado (la imagen del animal-tubo) y el ánimo perceptivo con el que recibimos la imagen.
No es un texto. Es una sensación. El animal que se transforma en un cíclope. Que está obligado a ver por ese telescopio sin aumento. ¿¿Es un juego, una tortura?? No lo sabemos. Adoro cuando los artistas hacen esto: quitan la explicación. Me copa que los artistas no expliquen. Que quiten algo y que transformen todo.
Así que lo encontrado sirve para extraer algo (su explicación). Sentido no es explicación. Son cosas muy distintas. Esta imagen tiene sentido pero no conocemos su explicación.
Los artistas que explican son aburridísimos. En realidad está rebueno cuando nos proponen un misterio. No algo esotérico, no. Algo sin explicación, como esta imagen.
Mónica: muchas gracias.